El mundo de la tele pide su transformación

El mundo de la tele pide su transformación:
modernizar las regulaciones para volver a ser un polo exportador

La producción audiovisual está en crisis desde hace años. Ni la TV abierta, ni la producción independiente, ni la publicidad crecen.
Potencial y realidad

Por Andrea Catalano

“Necesitamos un modelo regulatorio nuevo, moderno. Es imposible pensar en toda la carga que tiene un medio de comunicación gratuito.
Entre todos tenemos que crear un nuevo sistema para que todo estemos exportando y en cualquier plataforma. Tenemos que modernizar todo porque en cinco años estaremos hablando de plataformas”.

Así se refirió Guillermo Campanini, director de operaciones de Telefé y Viacom Argentina, sobre parte de la situación por la que atraviesa el sector audiovisual: altas posibilidades de generar cada vez más producciones con chance de ser exportadas pero que, en la visión empresaria, necesita de un marco más competitivo para responder a las demandas modernas.

La producción audiovisual es considerada uno de los Servicios Basados en el Conocimiento (SBC), que entre todas sus actividades le aporta al país más de u$s6.200 millones anuales en concepto de exportación. Es uno de los tres mayores generadores de divisas, después del complejo sojero y la industria automotriz.

Dentro de los SBC se incluye a los servicios informáticos, los empresariales, profesionales y técnicos (especialmente jurídicos y contables), los de uso de propiedad intelectual, los personales, culturales y recreativos, y los audiovisuales, según los datos del Observatorio de SBC del Ministerio de Producción.

En julio pasado, los servicios audiovisuales, es decir, la producción de contenidos para televisión y plataformas, además de la publicidad, registraron un crecimiento de 1,9% de manera interanual.

En dinero se trata de u$s257 millones por año. Es el segmento más pequeño de los SBC que, además, sale perdiendo frente a las importaciones, que en el mismo período alcanzaron los u$s392 millones. El déficit es de u$s136 millones. Allá por 2007, las exportaciones de formato rondaban los u$s280 millones, según datos de la industria de aquel entonces.

Aún así tanto desde el sector público como del privado hay convencimiento de que su aporte de valor agregado es altísimo. Y de ahí su importancia y la necesidad de fortalecerlo.

Sin embargo, el pico de producción que había alcanzado en 2015 viene retrocediendo fuertemente desde entonces. Y eso queda reflejado, en las estadísticas, en un descenso de la cantidad de empleados por empresa, con una caída de 1,9%, siguiendo los datos del Observatorio de SBC.

En los hechos se advierte, por ejemplo, en una menor cantidad de ficciones en televisión abierta. Y una contrapartida de programas más baratos. Las escasas ficciones se deben a esfuerzos compartidos entre productoras y señales dado el alto costo que demandan. Es una de las razones por la que las últimas producciones se emiten tanto en la televisión abierta como en las plataformas on line. Si todas aportan para producir todas comparten lo que eso genera.

Que Campanini haya llamado la atención sobre este aspecto en el Seminario Telecomunicaciones, Medios Privados y Públicos en la Era de la Convergencia, que organizó el Sistema Federal de Medios Públicos en conjunto con la Embajada Británica, no es casual.

Presentó al canal que dirige, Telefé, como el más exportador de contenido argentino. Pero también alertó sobre la necesidad de modificar los marcos y los convenios que se redactaron hace más de 40 años y que no responden ni al contexto ni a las demandas actuales.

“El contenido argentino es caro. Emitir es caro. Y otros países están siendo mucho más abiertos en sus esquemas de producción y, además, lo están haciendo muy bien”, agregó Campanini. Chile y Uruguay, y hasta Paraguay, están capitalizando parte de lo que acá no se produce por los costos.

Un círculo que necesita expandirse

La televisión abierta argentina le da trabajo a más de 10.000 personas de manera directa e indirecta. Hasta ahora, su estructura de ingresos estuvo basada prácticamente en la publicidad que representa el 90% de sus ingresos, detalla un informe de la Asociación de Teleradiodifusoras Argentina (ATA) al que tuvo acceso iProfesional.

El negocio publicitario argentino no crece de manera genuina desde hace al menos 10 años. Los volúmenes anuales se incrementan producto de la inflación pero no porque se amplíe la llamada torta publicitaria. Los cambios están dados por un corrimiento hacia el segmento digital, nada más. El negocio publicitario también está en crisis, aún cuando a finales de 2017 las ventas hayan superado los $36.000 millones, de acuerdo a la Cámara Argentina de Agencias de Medios (CAAM).

Aquí comienzan a advertirse las falencias del círculo: si el volumen publicitario no crece tampoco se pueden sostener las ficciones que alimentan a la TV abierta que, además, ya no es el único espacio desde el cual se consumen contenidos.

En el medio se ubican la TV por cable, con un 80% de penetración –el más alto de América latina- que también tiene sus tensiones, y las plataformas digitales en sus variadas formas, con Netflix a la cabeza, además de Crackle, Amazon Prime Video, y otros.

Sin olvidar, a su vez, los nuevos formatos para contar historias que surgen del mundo de la publicidad y se distribuyen por las redes sociales, desde Twitter a Instagram pasando Twitter, Facebook, Youtube, Snapchat y, ahora, la ascendente Twitch, entre muchas otras.

“El marco regulatorio es de hace 50 años y no refleja la dinámica actual. No es competitivo, aún con el dólar en los valores que está porque no hay manera de trabajar de un modo moderno. En el caso de la publicidad también es crítico porque la producción va más al soporte digital que al audiovisual, pero el marco está planteado para grandes cosas como la pantalla del cine o de la televisión. Y es necesario pensar en producciones chicas, que no pueden realizarse con esta regulación”, aseveró Philip Pérez, presidente de la Cámara Argentina de Anunciantes (CAA).

Para Campanini, se trata de “cómo hacemos para ser más eficientes. Aquí tenemos mucho para mejorar como decía anteriormente, pero principalmente en las cuestiones de índole tributaria, de gestión colectiva y laboral que deberían ser revisadas. El mundo hoy compite por contenido, sin importar dónde fue realizado. Aquí tenemos una ventaja que, si somos inteligentes en aprovechar, tenemos el talento, la capacidad tecnológica y la fuerza para ser líderes a nivel global”.

El Gobierno sabe del potencial del sector audiovisual. Y es la razón por la que hace algo más de dos semanas convocaron a una Mesa Sectorial Audiovisual a cargo de Pia Giudice para que, junto con la industria y los sindicatos comenzaran a ponerse sobre la mesa estos temas.

Allí, se planteó la necesidad de reformular los convenios colectivos y de eliminar costos considerados inútiles, como las tareas de ayudante de cámara o utileros que es obligación contratar por más que ya no se realicen. En definitiva, generar condiciones para que el desarrollo sea sostenible en el tiempo más allá de las coyunturas.

Aquí es donde aparece uno de los mayores puntos de tensión. Porque es donde se debe negociar con los sindicatos. “La jornada laboral de 8 horas está bien. Pero no pueden haber exigencias de contratación de trabajos. No se necesita más un ayudante de cámara cuando se está filmando con un dron”, dijo una de las fuentes consultadas.

“Nuestro planteo es el mismo de hace 10 años. El sector audiovisual fue declarado industria durante el mandato de Cristina Fernández pero sin darnos los beneficios de otras industrias. Con la ley del cine pudimos subirnos pero la AFIP nunca habilitó el nomenclador para obtenerlos. Y nos consideramos similares al sector del software en el sentido que también podemos asumir el compromiso para tener beneficios fiscales y destinarlos a desarrollo y exportación”, sostuvo Eduardo Bagnato, coordinador general de la CAPIT.

¿Y los sindicatos qué dicen?

“Las empresas piden flexibilidad laboral. Como el Gobierno no logró la reforma en el Congreso, intenta hacerlo por sector. No nos negamos a discutir el convenio pero no en el marco de la paritaria salarial. No tenemos problema en avanzar en acuerdos por Cámara, tal como lo hemos hecho en varias oportunidades con la CAPIT (Cámara Argentina de Productoras Independientes de Televisión)”, expresó Horacio Arreceygor, presidente del Sindicato Argentino de Televisión, Servicios Audiovisuales Interactivos y de Datos (SATSAID).

Esa misma queja se escucha de parte de las productoras independientes: que cuando se quieren debatir regulaciones se mete la discusión salarial. Si bien desde CAPIT admitieron algunos avances
también destacaron que no alcanzan.

El dirigente subrayó que desde su espacio se están introduciendo modificaciones “pero las empresas pretenden otras cosas. Lamentó que en este contexto se mezclen las cuestiones de discusión salarial con las de los convenios cuando también son conscientes de los cambios tecnológicos que, muchas veces, se traducen en reducción de puestos de trabajo.

“Sabemos que hay cámaras robóticas. Pero eso significa puestos de trabajo que se van perdiendo”, subrayó. El SATSAID cuenta con 33.000 trabajadores sindicalizados, entre productoras, canales de aire y de cable. En estos días la convulsión vino de parte de la situación de Canal 9 que prevé más de 160 despidos.

Arreceygor aseveró que, en relación a las negociaciones encaradas en diversos momentos con la CAPIT, “flexibilizamos los contratos a término, y ahora se toma personal por proyectos. Y también algunas funciones por los cambios tecnológicos”.

Sin embargo, el sindicalista aseguró que la organización que dirige aún no fue invitada a la mesa audiovisual de la que ya participaron la ATA, la CAPIT y la CAA. Y que también involucrará un trabajo conjunto con la secretaría de Cultura, el INCAa y el Enacom.

Desde Gobierno se limitaron a responder que están siendo relevadas algunas trabas y que se está buscando la manera de encontrar soluciones junto con cada uno de los sectores de gobierno involucrados.

Bagnato insistió en la necesidad de adecuar los convenios colectivos. “Le pedimos al Gobierno que nos dé una herramienta para activar el negocio porque el sindicato tira la pelota afuera. Hay que acompañar el proceso de producción de contenidos más globales para distintas plataformas”, coincidió con Campanini.

Con una salvedad: “Las productoras independientes tenemos las mismas obligaciones que los canales de TV abierta. Y cuando dejamos de producir ¿Qué hacemos con la gente? (N. de la R. Que
obligadamente está contratada). Por eso se debe modificar la forma de contratación en sí misma y también las funciones que ya no existen”, agregó.

“Las nuevas tecnologías y hábitos de consumo están cambiando todo. Si somos capaces de adaptarnos a tiempo y generar condiciones de equilibrio entre todos los actores, tendremos condiciones para liderar esta industria a nivel global. Es muy importante conseguir incentivos a la producción local y exportación de contenido, tal como hacen otros países del mundo”, enfatizó el COO de Telefé.

El mundo audiovisual en su conjunto busca transformaciones profundas de una vez. Esperan que desde el Gobierno se defina una agenda de trabajo seria. Que la discusión con los sindicatos sea real y no sólo para una foto a compartir en las redes sociales.

“Los marcos regulatorios actuales no pueden aplicarse las nuevas tecnologías”, es la sentencia coincidente de los productores audiovisuales en su conjunto. Las audiencias y los medios están fragmentados y los contenidos deben responder a estas nuevas demandas para generar esas divisas que tanto el país necesita. Y que, como están las cosas, se advierten en caída.

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